sábado, 20 de septiembre de 2008

De la ambigüedad del castellano

Cuando uno se ha familiarizado suficientemente con la lengua inglesa (y, supongo, con cualquiera otra, pero la inglesa es la que conozco mejor), empieza a notar que el castellano no practica importantes distinciones que el inglés sí. Por ejemplo, la palabra castellana sueño puede significar "acto de dormir" (inglés: sleep) o "visión que se tiene cuando se duerme" (inglés: dream). Similarmente, la palabra esperar vale para "aguardar" (inglés: to wait) y para "confiar, tener la esperanza de" (inglés: to hope). El hablante de castellano quizá ni entienda la necesidad de diferentes palabras para cubrir esos distintos significados, pero para un anglohablante la ausencia de estas distinciones es sorprendente.

En este post, quisiera hablar de todavía otra palabra castellana que tiene significados distintos y no necesariamente relacionados: antisemita.

Antes de continuar debo decir que yo no discuto que sea antisemita bajo la actual definición de la palabra. De todos los pueblos del mundo, les niego a los judíos, y sólo a los judíos, el derecho a la autodeterminación en su tierra ancestral. Con ese objetivo, me la paso demonizando (nuevamente: bajo la actual definición de esta palabra) exclusivamente a Israel, y jamás escribí una palabra sobre las tribulaciones de los tibetanos en China.

Por supuesto, yo podría argüir (la gente perversa siempre arguye algo) que le negaría a cualquier otro pueblo la autodeterminación en condiciones similares. Me opondría, por ejemplo, a que los gitanos retornaran al lugar en el norte de India de donde se supone que vienen y crearan un país después de desplazar a 700.000 sijs (o lo que sea). Para dar un caso real, no hipotético, me opuse al derecho a la autodeterminación de los afrikáners en Sudáfrica, después de que se apoderaran de las mejores tierras y recluyeran a los negros en los bantustanes de Venda, Ciskei, Transkei y Bophuthatswana. Pero todo esto es irrelevante. La Sudáfrica del Apártheid no existe más, ningún miembro de la nobleza británica les ha prometido a los gitanos un hogar nacional y los ingleses ya no controlan India de todas maneras. De modo que en la práctica mi único problema es con la autodeterminación de los judíos (tal como se la ejerce actualmente) y soy un antisemita bajo la definición de diversos organismos internacionales. No hay discusión posible.

Sin embargo, la palabra antisemita tenía un anterior significado todavía en uso. Mucha gente, especialmente las generaciones jóvenes, se sorprenderán al enterarse del mismo, pero realmente sigue vigente. Un antisemita solía ser alguien que odiaba a los judíos como un todo. Esa gente se oponía a tener un vecino judío, o a que sus hijos se casaran con personas judías. Evitaban trabajar con judíos, nunca les prestaban dinero (aunque sí les pedían prestado) y apoyaban distintas formas de discriminación económica y social contra los judíos. Bajo condiciones apropiadas (guerras, invasiones, crisis, etc.), quemaban sinagogas, saqueaban propiedad judía y aun mataban a judíos, o ayudaban a quienes llevaban a cabo las matanzas.

Estos paleoantisemitas (neologicemos un poco) de ninguna manera han dejado de existir. Curiosamente, muchos no se oponen a la autodeterminación judía en Israel. De hecho, conozco a unos cuantos antisemitas argentinos que estarían muy felices de ver a los judíos emigrar a Israel después de que su ciudadanía fuera revocada y sus propiedades confiscadas.

Bien; y ésta es mi propuesta: el castellano necesita palabras distintas para describir a estos dos diferentes grupos de gente. Podría ser antisemita y contrasemita, por ejemplo. O antisemita y antihebreo. O... eh... antisemita y antisionista. Con respecto a esta última posibilidad, aclaro que no me opongo a que se use la palabra antisemita para describirme a mí, y antisionista para describir a alguien que le pega a un judío sólo porque es judío. (Esto es, no deseo privar a nadie del placer de llamarme antisemita; no quisiera negarle al pueblo judío también ese derecho.)

Pero una cosa es segura: no se puede usar la misma palabra para describirnos a nosotros, los que queremos negarles a los judíos, y sólo a los judíos, el derecho a la autodeterminación, y a ellos, los que solamente quieren quemar sinagogas, apuñalar a judíos y expulsarlos de sus países. Simplemente no es justo hacia ellos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

te deje un premio en mi blog
noralicia.blogspot.com

Anónimo dijo...

Supongo que me darás las gracias, Ibrahím. Pues está claro que comparado conmigo... hasta tú les caes simpático a los sionistas. jajajajaja.

Anónimo dijo...

son las dos caras de la misma moneda. tu sólo quieres que los judíos no tengan su estado para que después, "los otros antisemitas" (no los de tu tipo) hagan el resto del trabajo.
Juntos como sun solo equipo pueden realizar la tarea.

Ruben dijo...

No hay diferencia entre los que quieren echar a los judíos de Argentina y los que quieren echarnos de Israel. A veces, como bien señalas no son las mismas personas ni los mismos grupos los que adoptan una u otra postura, aunque muchas veces sí lo son. Da igual quién nos quiere echar de dónde, en conjunto no nos dejan quedarnos ni Israel ni Argentina ¿qué opción nos dejan? los judíos al fondo del mar.

Y claro, siempre puedes afirmar (si no te gusta el término argüir) que se puede desmantelar al estado judío sin matar ni expulsar a buena parte de los judíos que vivimos aquí. Eso sería en el mejor de los casos una ingenuidad, y en el peor un eufemismo malintencionado. A mi me recuerda a aquella propuesta de "solución" para el problema de los judíos de Europa, que por supuesto no implicaba hacerle ningún rasguño a los judíos, sino deportarlos a Madagascar. Después los trenes se confundieron y partieron rumbo a Polonia, pero eso ya es otra historia.