jueves, 31 de enero de 2008

Tiene razón, pero es antisemita: el "nuevo antisemitismo"

Sé que puede parecer antisemita decirlo, pero yo tengo no uno, sino dos amigos judíos. Abraham es una persona plural, dispuesta a examinar distintos puntos de vista y que, me parece a mí, no tiene una posición definitivamente tomada sobre el tema israelí. Dani, en cambio, fue captado hace bastante tiempo por la secta de la Hasbará, y cuando nos juntamos sabemos que no podemos hablar sobre Israel porque nos vamos a agarrar a las trompadas. Esto en principio es malo pero también tiene su costado bueno, porque nos ha llevado a descubrir otros puntos que sí tenemos en común. Más adelante hablaré más sobre estos dos simpáticos personajes.

Una vez le pregunté a Abraham si había sufrido antisemitismo en su vida. Su respuesta fue:

Yo recuerdo dos incidentes antisemitas en mi vida. El primero ocurrió cuando era muy chico. Un día Maurice C., el hijo del médico de la esquina (tenía nombre inglés porque había nacido en los Estados Unidos), dejó de jugar con mis hermanos y conmigo. Íbamos a buscarlo a su casa y nunca podía atendernos . Lo llamábamos por teléfono y siempre tenía mucho que hacer. Al poco tiempo Diego, un chico también judío que vivía en la misma cuadra, nos contó que el padre de Maurice le había prohibido jugar con nosotros porque éramos chicos judíos.


El segundo incidente tuvo lugar cuando yo tenía unos doce años. Estábamos con mi padre en la camioneta de un agente inmobiliario. Íbamos hacia un barrio en el norte de la ciudad, donde nos iba a enseñar dos casas. En el camino vimos una vivienda de aspecto muy importante, pero venida a menos. A mi padre le encantaba restaurar casas, y le pidió si no nos podía mostrar ésa también. El inmobiliario se negó, alegando unas excusas vagas. Pero después reveló el verdadero motivo: en ese barrio no querían judíos.
Afortunadamente, las cosas cambiaron mucho desde entonces, y este tipo de episodios se ven cada vez menos. Pero se ven. Y constituyen, claramente, antisemitismo.

Nótese que el doctor C., o los vecinos del barrio que no permitía judíos, no le preguntaban a un judío qué pensaba sobre Israel. Lo rechazaban por ser judío. Eso es lo que toda la vida se ha entendido por antisemitismo.

Pero la Hasbará encontró un ingenioso mecanismo para desviar las críticas hacia el Estado de Israel. Resulta que uno puede tener excelentes relaciones con personas judías, darles trabajo, ir al fútbol con ellas, recibirlas con los brazos abiertos como yernos o nueras... pero si uno critica a Israel, es antisemita.

Por supuesto, es muy difícil plantear esto sin que se le rían a uno en la cara, de modo que la Hasbará ha refinado un poco el modelo. Así, cuando alguien objeta "¡pero esto está destinado a coartar la libertad de expresión, porque nadie podrá censurar ningún aspecto de la realidad israelí sin que lo tachen de antisemita!", los cultores de la Hasbará responden:

De ninguna manera. Criticar a Israel es válido y no constituye, per se, antisemitismo. Lo que sí revela el antisemitismo de una persona es que critique a Israel, y solamente a Israel, de entre todas las naciones del mundo acuasadas de violaciones de derechos humanos.
En otras palabras, nadie puede criticar a Israel si no escribe simultáneamente un tratado sobre todas las demás violaciones de DDHH del mundo.
Esto tampoco se sostiene. Todos conocemos a periodistas especializados en criticar a Cuba, y nadie puede acusarlos de prejuicio anticubano. Muchos de ellos son, de hecho, cubanos, y jamás se los podría acusar de autoodio.

De modo que el modelo ha sido refinado un poco más todavía. Los críticos de Israel son culpables no del antisemitismo tradicional, sino de un fenómeno llamado nuevo antisemitismo. Como lo describe una fuente de Hasbará:

El antisemitismo es versátil, mutando a nuevas formas con el paso de los siglos. Ahora cambió de nuevo, tomando un aspecto que requiere una nueva manera de pensar y un nuevo vocabulario. El nuevo antisemitismo no discrimina contra los judíos como individuos por su raza. En su lugar, se centra en Israel, y en la negación del derecho de autodeterminación sólo al pueblo judío.


Yo estaba tranquilo. Tenía excelentes relaciones laborales y personales con muchas personas judías, incluyendo a dos de mis mejores amigos, y mi problema era solamente con Israel, de modo que sabía que antisemita no podía ser. Pero ahora resulta que soy un nuevo antisemita, porque le niego al pueblo judío, y sólo a él, el derecho a la autodeterminación (ver más abajo la refutación de este argumento de cuarta categoría).


Pero se puede dar vuelta el argumento y dirigirlo hacia quienes lo formularon. Si es por argumentar sobre fenómenos nuevos, qué tal lo siguiente:

El nazismo es versátil y cambia con el tiempo. Ahora adquirió una nueva forma practicada por muchos países, y notablemente por el estado de Israel. En el nuevo nazismo, ya no se extermina a los pueblos: se los somete a ocupaciones militares que duran décadas, se los encierra detrás de barreras de separación, se los retiene indefinidamente en controles camineros cuando quieren ir de una de sus aldeas a una de sus ciudades, se los somete a actos de violencia de baja intensidad, como destruir sus cosechas o perforar con disparos sus tanques de agua, se los golpea y humilla, se les cortan servicios e insumos básicos a discreción; en resumen, en lugar de eliminar su existencia, se toman todos los pasos necesarios para que ésta sea una pesadilla o carezca de sentido.


Ahora bien; cuando se ha comparado a Israel con un estado nazi --y no faltan los que hacen ese tipo de analogía--, los sionistas ponen el grito en el cielo, y con razón; lo que no les impide recurrir a una analogía igualmente vil para silenciar cualquier crítica a Israel.

Los sionistas saben bien que cuando dicen "nuevo antisemitismo", la gente no se va a fijar en la palabra "nuevo", sino en la palabra "antisemitismo". Y que aunque expliquen que no es racial, la impresión última que va a quedar en sus audiencias es que esos críticos de Israel son en efecto racistas.

Señores sionistas, el antisemitismo es odio a los judíos. Si alguien censura a Israel, eso es un fenómeno nuevo (como lo es el país en sí), pero no antisemitismo. Denle un nuevo nombre, no uno que confunda a la gente. No devalúen la palabra antisemitismo aplicándola a diestro y siniestro, porque como dijo Brian Klug, "cuando el antisemitismo está en todas partes, no está en ninguna parte".

***

Pero les debo todavía el análisis de la frase "el nuevo antisemitismo (...) se centra en Israel, y en la negación del derecho de autodeterminación sólo al pueblo judío". Se trata de un argumento sencillo e impactante; y que, como la inmensa mayoría de los argumentos de Hasbará, confía --correcta y cínicamente-- en la descomunal desinformación de la gente.

El principio de autodeterminación no significa que todos los pueblos tienen que tener un estado. Significa que todos los pueblos tienen derecho a determinar libremente su estatus político. Pero las propias Naciones Unidas establecen limitaciones para este derecho cuando distintos intereses nacionales compiten en un mismo territorio. En el caso de Israel, ninguno de esos furiosos "nuevos antisemitas" está llamando a la destrucción del Estado, ni a la expulsión de los judíos que viven allí. Lo que se exige es que un Estado donde el 20% de los habitantes son gentiles no se caracterice oficialmente como un estado judío, sino como un estado de todos sus ciudadanos. Otros críticos, como yo, pedimos que se cree un Estado binacional entre el Mediterráneo y el Jordán, que es el único que vemos como geográficamente viable. De esa manera, no habría, es cierto, un Estado judío, sino un Estado con una mayoría (o minoría, dependiendo del modelo adoptado) de judíos, en donde se preservarían elementos claves de la cultura judía, como la lengua y la religión, en paralelo con el reconocimiento de la completa igualdad de los otros pueblos que vivirían allí.

Pero ¿solamente al Estado judío se le pide que deje de ser judío?

No.

El pueblo bóer (o africáner, según otra denominación) disponía de un Estado para sí en Sudáfrica. Ese estado establecía una tajante división entre blancos y negros, y solamente los blancos tenían derechos civiles y económicos.

En 1992 se decidió que Sudáfrica no iba a ser más un estado bóer, sino un estado de todos sus ciudadanos. ¡¡Se violó el derecho a la autodeterminación del pueblo bóer!! De ninguna manera. Simplemente se observó que los bóeres no eran los únicos que estaban allí.

De modo que sí, le exigimos a Israel que deje de ser un Estado judío, porque también hay árabes, de la misma forma que en su momento le exigimos a Sudáfrica que dejara de ser un estado bóer, porque también había negros. Esto no es lo mismo que querer matar a los judíos que viven en Israel, ni querer expulsarlos a otros lugares, como la palabra antisemitismo, por nuevo que sea, parecería sugerir.

3 comentarios:

Irene dijo...

Muy bueno el articulo, es realmente interesante.

Anónimo dijo...

te tomas tanto trabajo en desfenestras a ERETZ ISRAEL MEDINAT.
no seria mejor polemizar sobre la cantidad de territorio que se anexo JORDANIA. el maltrato de los egipcios hacia la poblacion palestina.
las cuantiosas formas de discrimanacion que tiene Europa con la comunidad musulmana y por extension todo grupo semita
la poca difusion que se le dio a la condena de oficiales yugozlabos en la violacion de derechos humanos acaecidos en la guerra de los balcanes, sobre la poblacion o minoria musulmana de BOSNIA-HERZEGOBINA
DIGO ya que tenes tanto que reclamar:por que no empezas por casa???

Carlos dijo...

Hola mi nombre es Carlos y hoy me entere de un movimiento judío que trabaja en mi ciudad.
Y hasta tienen un blog: www.lomdimbahia.blogspot.com ...
Hay forma de censurarlos, de evitar que propaguen su sionismo y sigan con el lavado de cabezas???