sábado, 1 de marzo de 2008

Los sionistas y el juego de las muñequitas rusas

Es siempre igual con Dani, mi amigo sionista.

Quiero decir; es siempre igual ahora. Antes él no era así. Lo conocí hace unos años, cuando él estudiaba Ingeniería. Jamás terminó la carrera, sino que se cambió a Derecho y se recibió con notas brillantes. Después hizo un doctorado en el exterior. Era una persona ingeniosa y con múltiples inquietudes.

En no sé qué momento Dani se plegó a la secta de la Hasbará. Dejó de vivir para sí y empezó a vivir para esclarecer al mundo sobre la conducta de Israel. Simultáneamente empezó a trabajar para demostrar lo antisemita que es el mundo. Nunca se casó.

No me gustó el cambio. Cada vez que nos encontrábamos discutíamos y lo veía con esa mirada firme hacia adelante, sin un pestañeo, que caracteriza a los fanáticos de las sectas, recitándome ítems de Hasbará aprendidos de memoria de las listas tipo "Mitos y realidades".

Con el tiempo ha ido empeorando. Ahora nos solemos encontrar en las calles, munidos de sendas cámaras fotográficas. Yo salgo a sacar fotos de la arquitectura de mi ciudad, que me apasiona. Él sale a fotografiar esvásticas.

Cuando nos encontramos, me suele mostrar exaltado el registro de su cámara digital. Efectivamente hay cruces gamadas de todos los tamaños y colores pintadas en diversos barrios de la ciudad. En sus comentarios creo adivinar una morbosa delectación, y hasta me parece que sentiría una gran frustración si un día saliera a documentar esvásticas y no se encontrara ninguna.

Yo trato de tranquilizarlo comentándole, por ejemplo, que la mayoría de las esvásticas que encuentra son levógiras ("giran" en sentido inverso a las agujas del reloj), mientras que la de Hitler era dextrógira, lo que prueba que no fueron pintadas por verdaderos nazis, sino simplemente por gente con ganas de joder. Para hacerle una analogía, le digo que es como si los judíos que pintan "Los árabes al crematorio" en Jerusalén firmaran la pintada con una estrella de cinco puntas. Él no está muy convencido.

La cuestión es que cariño nos tenemos, y no podemos evitar terminar en un bar, donde compartimos unas cervezas, un gran factor de unión para la humanidad. Y entonces tenemos siempre (esencialmente) el mismo diálogo:

Ibrahim: En Israel es legal la tortura.
Dani: Eso es una vil mentira de los troskos, los árabes y los antisemitas. En Israel la tortura no es legal.
Ibrahim: Aparentemente compartís la difundida, pero errónea, creencia de que la Corte Suprema israelí abolió la tortura en 2001. Pero no fue así: la abolió "excepto en casos en que esté en juego la seguridad nacional". De esa manera, cada vez que Israel quiere torturar legalmente a alguien, simplemente lo declara un peligro para la seguridad nacional.
Dani: Nunca se aplicó esa cláusula.
Ibrahim: Te equivocás; el grupo de derechos humanos B'Tselem ha documentado numerosos casos de su aplicación.
Dani: Critican a Israel porque hace las cosas a la luz del día, en vez de ocultarlas.
Ibrahim: Nuevamente te equivocás. B'Tselem documentó también que la mayoría de los prisioneros palestinos son torturados sin necesidad de aplicar la cláusula de seguridad nacional, y eso nunca se declara ni investiga.
Dani: Si tenés un terrorista que puso una bomba, ¿qué otra manera tenés de hacerlo confesar que no sea torturándolo?
Ibrahim: Pero me dijiste que en Israel la tortura no era legal...
Dani: (después de hesitar unos instantes, pero con gran resolución) Somos nosotros contra ellos, y yo voy a apoyar a los míos pase lo que pase y hagan lo que hagan.

Hombre, haber empezado por ahí. Si los sionistas declararan "violamos derechos humanos, como todo el mundo", no habría ningún problema. Es cuando intentan defender a Israel desde una pretensión de superioridad moral que su discurso se vuelve intolerable por lo falaz e intelectualmente deshonesto.

Es como un juego de muñequitas rusas, en que cada matrioska encierra otra levemente diferente. Empieza con una muñeca que niega todo y afirma la moral incontestablemente superior de Israel. Pero la última muñequita de todas dice: "Somos nosotros contra ellos, y yo voy a apoyar a los míos pase lo que pase y hagan lo que hagan".